
Son innumerables los efectos que la imprenta tipográfica introdujo en la conciencia del sujeto moderno y su influjo en el desarrollo de la sociedad industrial. Su aparición no solo cambió para siempre los modos de producción del libro y la velocidad de circulación del conocimiento en occidente, sino que transformó radicalmente la experiencia de lectura, al tiempo que los tipos móviles otorgaban al lenguaje una existencia material externa, preexistente a los actos de habla y escritura. Asimismo, su eficiencia y flexibilidad técnica hicieron que la impresión tipográfica se mantenga vigente por casi 500 años, con importantes exploraciones de sus potencias expresivas por parte de la vanguardia artística de la primera mitad del siglo XX.
En el Perú, la historia de la poesía moderna está impresa casi en su totalidad en máquinas tipográficas. Sin embargo, en los últimos 40 años, estas máquinas no solo fueron desplazadas por las nuevas tecnologías, sino que terminaron convertidas en troqueladoras o limitando su uso al mero ejercicio de numeración de boletas y facturas. De ahí que sea tan importante que, en los últimos años, estén apareciendo talleres (La Balanza es uno de ellos) preocupados por recuperar esta forma tradicional de impresión, la cual no solo aporta una experiencia estética distinta del material impreso, sino que renueva las posibilidades de un oficio que parecía condenado a desvanecerse.
A continuación, presentamos una conversación con Christian Sánchez, quien está a cargo de La Cómplice Letterpress, un pequeño taller tipográfico limeño que ofrece servicios de impresión tradicional y viene desarrollando una línea gráfica que vale la pena mirar más de cerca.
[Elección de la herramienta]
En el 2017, tenía un taller de impresión tradicional al que se unió Juan Pablo Bruno para crear La Cómplice Letterpress, un proyecto de impresión tipográfica. Al inicio contábamos con dos prensas de brazo: la primera, una imprenta de finales del siglo XIX catalogada como Chandler & Price O.S. Pilot 6 1/2» X 10», y la segunda, una tarjetera marca ADZ de manufactura arequipeña.
La historia nos pone la máquina en el camino tras varios episidios llenos de curiosidad por la impresión tipográfica, venimos de formaciones un tanto distintas. Yo soy historiador del arte y Juan Pablo es diseñador gráfico; sin embargo, en el transcurso de las pruebas para darle vida a las máquinas fuimos aprendiendo del valor de nuestras carreras en relación a este proyecto. Juan Pablo ahora vive en Madrid y yo empecé a investigar más sobre tipos móviles y herramientas que podían mejorar el manejo de la máquina y los procesos de impresión en nuestra ciudad.
[Funcionamiento]
Las máquinas son totalmente manuales, esto quiere decir que imprimir implica trabajar las copias una por una, verificar constantemente la calibración de la máquina y tocar cada papel impreso desde que sale de la bolsa hasta que es entregado al cliente. Tengo entendido que hay quienes les están poniendo motor a este tipo de máquinas para producir más cantidades; sin embargo, en La Cómplice creemos que eso es romper con la tradición de la impresión tipográfica. Hay muchas maneras de hacer este tipo de impresiones: lo primero que hacemos es componer el texto en la rama (una especie de bastidor de metal) para colocarlo en la máquina, luego procedes a entintar los rodillos, haces pruebas en papeles, hasta que tienes la impresión exacta e inicias el proceso de producción. Es un trabajo muy minucioso.
[Particularidades técnicas]
Al ser un proceso manual, muchas de las etapas de impresión están basadas en el sentido común y en el conocimiento básico de la impresión tradicional. Es importante aceitar y mantener la máquina en óptimas condiciones –recordemos que la Chandler & Price tiene más de 100 años –. A través de la curiosidad he aprendido a reconocer su sonido; él mismo te indica cómo se siente, es un compañero de trabajo. En Lima aún existen máquinas tipográficas y técnicos que recuerdan cómo funcionan, ha sido cuestión de buscarlos y poder aprender de ellos en lo posible. Es un oficio que ha sufrido el duro golpe de la modernidad y que poco a poco se está recuperando.
[Particularidades estéticas]
Quizá lo más importante es que la calidad del acabado es agradable al tacto. A diferencia de la impresión láser, la impresión tipográfica mantiene un acabado muy personal e íntimo desde el proceso de creación del cliché hasta la entrega al cliente. Por eso es que los productos más comunes son las tarjetas personales y las invitaciones para eventos sociales.
[Formatos]
La Chandler & Price puede imprimir hasta en un A4 y la ADZ en máximo un A6. El tipo de papel que usamos es de algodón o de celulosa, ambos necesitan tener un gramaje mayor o igual a 300 gr., lo que limita un poco a la creatividad, pues en Lima hay poca variedad de papel que cumpla con esos requisitos.
[Costos]
Los costos dependen mucho de las cantidades que vayas a trabajar y de la cantidad de impresión que necesite tu trabajo, cada color es una impresión nueva. Por ejemplo, un ciento de tarjetas a una impresión te puede salir 90 soles y los siguientes cientos a 70 soles. La ventaja es que una vez que tengamos el cliché es más práctico pedir un ciento más; es la ventaja frente a lo digital que te obliga a hacer un millar para abaratar costos.
[Proyectos]
El proyecto pasó la etapa de cumplir con las expectativas de un público que no conocía qué es el letterpress y las posibilidades de impresión que este ofrece. Ahora apuntamos a vincularlo más al arte y a las publicaciones independientes.
[Actualidad de la tipografía]
La tipografía como diseño sigue muy vigente. En Lima muchos diseñadores se han especializado en la creación de fuentes tipográficas, así como historiadores han investigado sobre el uso de la tipografía en la publicidad y el arte. También sé de algunos talleres que se han ido formando. Es necesario motivar a más personas a que recuperen los tipos móviles y las máquinas tipográficas antes de que terminen todas convertidas en troqueladoras.
[Actualidad del soporte impreso]
Tengo la competencia digital a la mano, aunque considero que tenemos distintos públicos y creo que se va ganando terreno con la impresión tipográfica conforme la gente va conociendo el taller y los trabajos de mano en mano. Además, en la actualidad, se ha revalorizado el oficio y el trabajo artesanal. Una de las razones es que este método de impresión responde a las necesidades del cuidado del medio ambiente, ya que no utiliza energía eléctrica para la impresión y contamina mucho menos con residuos en tóner y tintas. Fuera de eso, la confianza en el papel permanece.










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Chistian Sánchez Zarate (Lima – 1986)
Fotógrafo e historiador del arte, comenzó a explorar en la impresión tradicional a través de su proyecto Raccoon Studio, en donde experimenta con distintos soportes y técnicas de impresión como la serigrafía y el linograbado. Paralelo a ello, tiene un taller llamado La Cómplice Letterpress en donde mantiene la tradición de la impresión tipográfica. Actualmente colabora con marcas de ropa y con editoriales interesadas en las técnicas de impresión handmade.